Nuestra profesora, María Jesús, ha empleado varias sesiones para explicarnos las diferentes texturas y la importancia que pueden llegar a tener en la obra artística. Podemos utilizar una u otras dependiendo de los materiales que estamos representando, e incluso dependiendo de la textura que utilizamos podemos llegar a transmitir una cosa u otra.
Para entender mejor este tema, María Jesús explico y mostró cómo podíamos conseguir algunas texturas a través del uso de materiales de carga mezclados con cola blanca. En nuestro trabajo debíamos realizar un muestrario con al menos cuatro texturas, cada una en una superficie de 5x5cm. Además, la mitad de los cuadrados debíamos pintarlos.
En la foto que adjunto a continuación sobre el proceso de esta parte del ejercicio, se aprecia qué textura aporta cada material. En primer lugar, utilicé cáscara de huevo machacada como material de carga, que nos aporta una superficie bastante rugosa, y muy dura a primera vista, con grandes entrantes y salientes. El segundo material, el aguaplast, nos permite una textura lisa y que nos ayuda a aumentar el grosor de la superficie por las zonas que nos interese. La piedra pómez, que he utilizado en tercer lugar, mezclada con la cola blanca, da un resultado rugoso y muy áspero, aunque quizá algo menos que el primer material. Por último, aunque en esta fotografía no se aprecia porque la mezcla aún está húmeda, el último material, que es tierra, se convierte en una rugosa textura, que a primera vista nos da sensación de esponjosidad, aunque no se corresponda con el tacto.

Finalmente, en esta fotografía podemos observar el resultado de las texturas cuando añadimos una capa de pintura por encima.
Personalmente, me ha resultado muy interesante realizar este ejercicio, ya que he podido observar y aprender las diferentes cualidades y posibilidades que ofrece cada material. El tema de las texturas es algo que me llama bastante la atención porque me parece que pueden aportar una esencia especial a las obras y un acabado espectacular, y por tanto, este aprendizaje me va a resultar muy útil.
La segunda parte del ejercicio, consistía en realizar una instalación artística con al menos cuatro texturas obtenidas a través del frotagge. Para ello, he utilizado papel cebolla, el cual lo he apoyado sobre el tronco de un árbol, las ramas de una planta y sobre diferentes hojas, y he pintado sobre él con carboncillo, adquiriendo las variadas texturas de estas partes de los árboles. Finalmente, he recortado las piezas y he decidido pegarlas en una pared color crema. Como resultado, podemos observar un árbol, con las ramas muy vacías, ya que casi todas las hojas están caídas en el suelo, o lo están haciendo en ese momento (como la que observamos a la izquierda). Es por tanto, un árbol en otoño, que podemos compararlo con un estado anímico de tristeza o desolación. No obstante, esta instalación nos hace reflexionar y llegar a la conclusión de que después de los tiempos malos siempre aparecen otros mejores, y por esa razón el árbol al cambiar de estación florece.

El frotagge es una técnica que nunca había llevado a cabo, pero el resultado me parece bastante interesante para emplearlo en algunas ocasiones, y el proceso es muy divertido y curioso.
Comentarios
Publicar un comentario